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I think to myself quite a lot of nonsense every time I throw the garbage in Florence. Depending on where one resides, garbage disposal in Florence requires a walk of 200 or 300 meters to the nearest container. In other cities you can do so in pyjamas or in slippers, with tousled hair and bleary-eyed, but in Florence certain composure and sophistication is needed. You never know whom you could meet on such particularly long journey …
I would normally expect ‘no one,’ although I admit this garbage issue always makes me blush. Especially, as I live in a busy street in the historic centre. I come across tourists with their bags from Gucci or Miu Miu, while carrying mine full of rubbish, with plenty of bottles of Coca Cola Zero Gusti Limone, beer, wine, champagne, wet butts and tee bags, dry bread, used tissues and fish remains with its pervasive and putrid aroma. Above all, I’m scared that someone will suddenly appear and perceive all contains. Undoubtedly, one can deduce almost everything from a person by looking into the contents of his garbage bag.
El glamour de tirar la basura en Florencia
Estas son las tonterías en las que pienso cada vez que voy a tirar la basura en Florencia. A veces, dependiendo de donde uno viva, para tirar la basura en Florencia es necesario dar un paseo de 200 o 300 metros hasta el contenedor más cercano. Lo que en otras ciudades puedes hacer en pijama, en pantuflas, con el pelo alborotado y legañas en los ojos, en Florencia requiere de cierta compostura y sofisticación. Nunca se sabe con quién te podrías encontrar en un recorrido especialmente largo para tales menesteres…
Que en mi caso es prácticamente «a nadie», pero es un tema que, de todos modos, me sigue ruborizando. Sobre todo cuando vives en una calle muy transitada del centro histórico. Mientras me cruzo a turistas con sus bolsas de Gucci o Miu Miu, yo paseo las mías rebosantes de basura, llenas de botellas de Coca Cola Zero Gusti Limone, de cerveza, vino, champán, colillas y bolsitas de té húmedas, pan seco, pañuelos de papel usados y restos de pescado con su consabido aroma penetrante y putrefacto. Temo, sobre todo, que alguien aparezca de repente y las someta a una redada. Se aprende tanto de una persona al comprobar el contenido de sus bolsas de basura…